La vida exagerada de Malcolm Lowry / Domingo Varas Loli

ESCRIBE: Domingo Varas Loli (*)

Había nacido en 1909, en Inglaterra, y los cuarentiocho años que vivió estuvieron signados por la locura, el alcohol, los viajes y las devoradoras urgencias de escribir. Fue un niño precoz y un adolescente imbuido de ideales aventureros, tanto que a los dieciséis años Malcolm decide embarcarse en un muelle de Liverpool rumbo al oriente antes de ingresar en la Universidad de Cambridge. Esto motivó maledicencias y dio pie a un curioso titular de la prensa local: “Niño rico como estibador”.

En efecto, este joven inglés de conducta vehemente era el vástago de un negociante acaudalado de cuyos recursos vivió por lo demás toda su vida. Por entonces, su madre declaró que “Male” (así lo llamaban sus amigos y familiares) “está dispuesto a seguir una carrera literaria y sus cuentos son todo para él”.

Al margen de ciertas aventuras, seguramente magnificadas por el tiempo, Lowry no tardó mucho en aburrirse en medio del mar (esa “exagerada intensidad nauseabunda”). Al parecer en ese lapso contrajo definitivamente los dos vicios irremediables que lo acompañarían por toda su vida: la literatura y el alcohol. Douglas Day, su biógrafo principal, declara que si en su caso se afirma que solo escribió autobiografías apenas veladas, se dice un lugar común pero   también una verdad. Lowry era un escritor subjetivo, que transformaba de manera implacable sus experiencias vitales en obras de ficción. Esto se evidencia desde el comienzo de su trayectoria como escritor, esa frustrante experiencia que vivió en el mar sería la materia prima de Ultramarina, la primera novela escrita por Lowry en 1923. Esta obra apareció en 1952 en una versión francesa editada por la revista “Esprit”; de este modo, escapó a los azares, a los extravíos y a los incendios. Otra obra suya, In ballast to the White Sea (Sin carga hacia el mar Blanco), se quemó al incendiarse su cabaña de Diollarmen, en la Columbia Británica.

 Luego de esa penosa travesía, que no duró más de seis meses, Lowry se matriculó en Cambridge, donde culminó sus estudios. Después su vida sería un torbellino de viajes, exilios y sanatorios hasta encallar en Estados Unidos a mediados de la década de los años treinta. El escritor fija su residencia temporal en Nueva York. Allí continúa la novela que, en medio del tráfago de los viajes y el alcohol, había empezado a escribir Lunar caustic. Fue originariamente escrita entre 1934 y 1935 y tiene como escenario el hospital siquiátrico de Bellevue, donde Lowry pasó una corta etapa de internamiento voluntario, después de una de sus temporadas en el infierno del alcohol, y refleja las experiencias personales del propio escritor en ese antro de la condición humana. El personaje central de esta obra, una suerte de alter ego del autor, es un inglés exiliado que vive en el submundo sórdido de Nueva York. La obsesiva temática que Malcom Lowry esboza en esta obra está impregnada de una visión religiosa del mundo: como en la mitología cristiana, hay en su universo novelístico tres círculos- infierno, purgatorio y paraíso -. Esta novela representa esa estancia escatológica donde el hombre expía sus culpas.

LA GRAN NOVELA

A principios de 1936, al mismo tiempo que se instala en México, país que le fascinó, empieza a escribir el cuento Bajo el volcán, germen de la gran novela. Esta cima de la novelística contemporánea, una “Divina comedia ebria” como alguien la definiera, fue escrita entre 1936 y 1938. Años de febril actividad creadora, en medio de la cual Malcolm pareció tocar fondo acechado por la locura: en una carta escrita estampa esta frase horrible y alucinante: “Busco en el oscuro hueco que antes era mi mente”. Escrita entre 1936 y 1938, Bajo el volcán fue, sin embargo, reescrita hasta la náusea en los años que precedieron a su penosa publicación en 1947. Lowry padecía la aburrida manía de la perfección y retomaba sus manuscritos hasta la inconclusión o el cansancio, una inconclusión laberíntica de la que debió rescatarlos en muchos casos la edición póstiuma.

Esta novela es el eje de su novelística, ya que por lo demás Lowry vivió y escribió siempre sobre unos pocos temas, ahondados y acendrados hasta la irritación: “A todas partes donde voy me persiguen”, escribe en 1937 a John Davenport, crítico del London Observer. Bajo el volcán representa el infierno de la existencia humana (Octavio Paz ha dicho que el tema de esta novela es el de la expulsión del paraíso). Esta novela -que es según el propio autor -música bailable, poema, canción, tragedia, comedia, farsa, etcétera – es “el retrato extraordinariamente minucioso y preciso del fracaso y la autodestrucción de un hombre bueno.” Como su propia vida, esta obra trata de un espléndido y condenatorio naufragio en el temible abismo interior. Además, esta novela crea uno de los personajes alcohólicos más característicos de la historia de la literatura.

Lowry fue expulsado bochornosamente de México, acusado de espía, luego de haber protagonizado escenas de borrachera inverosímiles. En 1940 se casó con la novelista Margerie Bonner y se instaló en Canadá, en 1945 retornó a Cuernavaca por breve lapso. Entre 1947, fecha de publicación de su novela, y 1957, año de su muerte, Lowry no cesó de escribir dejando algunos libros inéditos (tres novelas, siete relatos breves, centenares de poemas) que su viuda ha ido publicando.

EL PUERTO FINAL

En la pequeña villa inglesa de Ripe, la noche del 27 de junio de 1957, Malcolm y Margerie pelearon por última vez. Exasperado por la media botella de ginebra que había bebido en solemne ritual, “Male” la corrió de la casa amenazándola con el cuello de una botella rota. Al día siguiente Margerie lo encontró muerto, desplomado en el suelo en medio de botellas destrozadas. Todos los esfuerzos por alejarlo del trago habían fracasado: hacía poco nomás había soportado un bárbaro tratamiento contra el alcoholismo en un sanatorio de Londres (habitante empedernido de estos infiernos que retrata en sus obras con minuciosidad asombrosa). Así terminó la atormentada travesía vital de quien practicó durante su existencia lo que algunos críticos han llamado la masturbación de la botella (el falo de cristal, en frase de Berryman). En la lista de escritores célebres, Lowry debe figurar como uno de los dipsómanos más tenaces. Podría afirmarse sin exageración que observó el mundo usando como lupa el casco de una botella: esta visión se trasunta en toda su obra. Uno de los personajes de sus novelas sintió que su vida era un viaje descendente hasta el centro pestilente de este mundo. La vida de Lowry fue esto precisamente, una intensa peregrinación en esa larga pesadilla que es la experiencia humana.

(*) Domingo Varas Loli es periodista, escritor y docente universitario.

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