Hábito lector

ESCRIBE: Ricardo Musse Carrasco (*)

«El lenguaje es la vía de comunicación de nuestra interioridad…El ser humano es totalmente diferente a partir del lenguaje. La inteligencia de los pueblos letrados es distinta a la de los no letrados». Gerardo Aguado-psicólogo español.

  1. Referencia diagnóstica: Algunos datos:

                A continuación enunciamos datos reveladores, referidos –directa o indirectamente- a la lectura, a fin de asentar, sobre hechos concretos, nuestro abordaje de estudio:

                a. Lo que más se vende, en el mercado interno, son las publicaciones escolares.

                b. Nuestro país está último respecto a comprensión de lectura.

                c. Sólo dos de cada diez niños comprenden lo que leen.

                d. El consumo de libros, por año, no llega a un libro por habitante.

                e. El peruano promedio sólo dedica un poco más de una hora al día a la lectura.

                f. La principal excusa para no tener hábito lector es la falta de tiempo.

                g. El Perú es un país con una línea de pobreza de más del cincuenta por ciento de no lectores.

II. La Palabra hacedora:

    «…porque el Verbo es el Hijo, pero también es la palabra, y a todos cuantos lo recibimos nos da el poder de ser hombres porque su fuego nos humaniza…» Eduardo González Viaña.

                    Ya desde tiempos antiquísimos (cuando la vacuidad todo lo entenebrecía caóticamente), la Palabra tuvo que ser pronunciada, estentórea y enfáticamente, sobre la subyacente sonoridad del mundo para que los emergentes signos, dentro de su hacedor rol de materialización, den existencia a todo lo que hay ahora en torno nuestro; repitiendo, incesantemente, esta primigenia expresión: Y dijo… Luego dijo… Dijo también… Después dijo… Dijo luego… Entonces dijo… y les dijo: A la imagen de mis plurales grafías, según a mi verbal semejanza, proseguirán descifrando, con sus inherentes y diversiformes lenguajes, mi elocuente creación.   

                        Al hombre se le ha heredado la misión de eternizar las palabras, ya sea registrándolas sobre tangibles superficies o abordándolas mediante perdurables incursiones lectoras.

          En consecuencia, estamos destinados, de manera ineluctable, desde nuestros providenciales orígenes, a corporizar y aprehender la Palabra, esto es, a actualizar lo antaño acontecido; cuando, pronunciándonos la voz hacedora, se registró –en el acto- nuestra existencia sobre una textualidad, sujeta ésta a una permanente lectura, decodificadora de nuestros originarios destinos, porque –finalmente- en el principio ya existía la palabra;…

    III. La Hominización lectora:

                      El proceso lector de hominización nos singulariza; puesto que, constantemente, se formalizan, dentro de nuestra esencia humana, vigorosas potencias que, en su dinámica modeladora, perfilan un individuo cualitativamente diferenciado.

                        La lectura, entre otras poderosas repercusiones, propicia que las palabras aprehendidas, generen -en el acto- sus abstractas superficies dónde habitar, para (ya traducidas y desencadenadas en toda su intensa expresividad) definirnos –de modo cabal- como especimenes verbales. 

                       El premeditado despliegue de la lectura, aparte de enhebrar (con un estilizado instrumental) nuevas redes en el entramado neuronal, favorece, además, que los mecanismos mentales que nos constituyen, disciernan desde una subjetiva perspectiva,  reflejándose ésta dentro de sus propios espejos cognoscitivos.   

                      El libro, pues, como depositario de vivencias esenciales perpetúa, dentro de sus lingüísticas entrañas, aquellos contenidos por los cuales la hominización propició la configuración ontológica de nuestra especie: Contemplaciones, interrogaciones, abstracciones, entre otros inconfundibles rasgos. Esta hominización, compleja y ardua, ha determinado la naturaleza de apropiación que demanda la lectura; puesto que supone un aprendizaje y un esfuerzo que se convierte en deleite, y en necesario deleite sólo cuando uno lo ha aprendido (1).

                     Ciertamente, el libro no fenecerá porque la mayor parte del tiempo necesitamos, para vincularnos con el otro, un flujo de vibraciones ágrafas a fin de configurarnos, dentro de nuestro ser lingüístico, redes significativas que nos entrelacen con la gramática de todos los afectos humanos.

      Bibliotecas escolares. Foto: Agencia Nacional de Noticias Andina.

        IV.         La lectura: Acercamiento primigenio.

                           Si se pretende que la lectura se enraíce, de manera perseverante, dentro de la subjetividad del sujeto, es insoslayable suscitar que éste como ser cognoscente asedie los signos desde temprana edad a fin de que se familiarice; para que, progresivamente, vivencie esa necesaria transición entre el lenguaje afectivo con el lenguaje abstracto.

                          Los niños, (…), deben tener un aprestamiento fundamental del lenguaje oral y escrito para que asuman indistintamente –cuando las circunstancias así lo exijan- el rol de codificadores y decodificadores  de mensajes orales y escritos (3).

                        Cuando este ser cognoscente, inmiscuido dentro de esta dinámica de verbal simbolización –gradual e ineludiblemente ardua-, se abre al sistema de signos, desde una inmediatez vital, se apropia del mundo, concibiendo al lenguaje como expresión de vida, como código válido que describe la dimensión humana y ese mundo intransferible del afecto (4).

                        Adentrar a la criatura humana, primero con balbucientes asedios y luego con deliberadas incursiones, a la lectura; conlleva, si bien es cierto una paciente laboriosidad, también contribuye, a largo plazo, a la formación de una sociedad abierta, ya que las sociedades más lectoras son, a su vez,  las más desarrolladasy democráticas.                

                      La lectura fragua en la conducta –entre otras complementarias disposiciones- la imperiosidad del juicio autónomo y crítico. Pues, son los lectores consuetudinarios (acicateados para existir habitualmente –desde temprana edad- con los signos lingüísticos, es decir, que hacen de la lectura una actividad cotidiana) los que están alertas ante el latente peligro del deshumanizante totalitarismo, despojador de nuestra  identidad de ciudadanos; pues, un país sin lectores es una amenaza para la democracia, inclusive para el futuro de la economía de mercado. Finalmente, como sentencia el filósofo español Fernando Savater: La filosofía nace con la democracia y representa en el terreno intelectual lo mismo que ella en el político: la autonomía del individuo. 

      V. El lenguaje escrito.

      «Hablar el ‘ mismo lenguaje’ es, para los seres que buscan comunicarse, llegar a volverse transparentes los unos a los otros.» Judith García. 

                                Todo lenguaje escrito tiene su evolutiva historia, perfectamente acorde a la cultura de la cual proviene. Es una historia continua, o sea, sin interrupciones; que ha ido reelaborando, constantemente, sus formas lingüísticas.

                                 El lector que se inmiscuye dentro de los resquicios de los signos advierte, de modo intuitivo, una fuerza interna que sostiene sus unitarias estructuras expresivas. Además, en el sujeto lector, a través de su interioridad expresiva, el lenguaje va historiando sus transiciones evolutivas; entendido éste como un sistema lingüístico aparentemente homogéneo, pero que en realidad constituye –por su propia evolución- un sistema de variabilidades. 

                                El  lenguaje es, finalmente, esa herramienta tecnológica que nos permite entrar en comunicación con aquellos que nos han precedido y que no conocemos: con las huellas de sus pensamientos, con sus ideas poderosas, con sus polémicas internas, pero   sobre todo, con ese rasgo de humanidad que finalmente el lenguaje escrito también trasunta (5).

                                En suma, cuando el sujeto lector se vincula, durante la lectura, con el libro; sus comunes entrañas verbales se transparentan dentro de sus más profundos espejos cognoscitivos.

      VI. Sugerencias alternativas.

      «…y, por ello, configura una actitud lectora frente a un universo entendido ahora como un texto, siguiendo la conocida metáfora del mundo como un gigantesco libro ante los ojos de la criatura humana…» Víctor Palacios Cruz.

                               La preocupante problemática sobre la deficiente lectoría que acontece en el país, se debe (eso lo tenemos bien claro) a diversiformes factores; lo que exige, evidentemente, abordarla de manera integral, acometiéndola -desde luego- a través de diferentes y multidisciplinarios ángulos.

                               En esta última disquisición, y concretizando el recorrido discursivo de este trabajo, lanzaremos sugerencias alternativas, cuyo propósito es propiciar acciones concretas que se dirijan a formalizar una consistente solucionática:

      a.   Estructurar un plan municipal para la animación y promoción de la lectura; enfocado, sobre todo, a los siguientes nichos: Niñez, adolescencia y juventud.

      b.   Organizar, periódicamente, ferias itinerantes, concebidas como espacios de producción e intercambio cultural.

      c.   Formalizar convenios, exclusivamente, con fundaciones de bancos privados, concebidos como alianzas estratégicas; con instituciones especializadas con el fenómeno de la lectura.

      d.   Generar una sinérgica concertación entre las editoriales y el Ministerio de Educación, con el propósito de proveer de libros a los educandos.

      e.   La Biblioteca Nacional del Perú debe entablar convenios con los medios de comunicación de señal abierta, a fin de que éstos proporcionen un espacio televisivo donde figuras mediáticas estimulen el hábito lector.   

      f. Debido a que el lenguaje se fundamenta sobre significantes acústicos y que la lectura es un arte auditivo antes que visual, sería pertinente organizar, en las Instituciones Educativas, festivales de cuentacuentos, auspiciados por librerías y diarios de circulación local y/o regional.

      NOTAS

      (1)Arévalo, Javier. Los lectores no se crean por decreto. En: Identidades, suplemento del diario El Peruano. Lima, 10 de junio 2 002.

                      Lo mejor que ha creado la especie humana, es el libro, (…) y es un demonio textual que se resiste a dejar de existir (…) No, el libro no va a morir. Es más: además de no morir, el libro puede salvarnos de la muerte (2). 

      (2)  González Viaña, Eduardo. El fuego de los libros. En: Semanario Variedades. Lima, 28 de mayo 2 007.

      (3) (4) Hidalgo Cabrera, Milciades. La escritura infantil: Del lenguaje abstracto al afectivo. En: Revista El Peruano. Lima, 2 de enero 1 992.

      (5) Silva Santisteban, Rocío. Alberto Flores Galindo, in memoriam (Kolumna Okupa). En: Domingo-La Revista de la República. Lima, 28 de marzo del 2 010.

      (*) Ricardo Santiago Musse Carrasco es Licenciado en Pedagogía y Derecho, Magíster en Psicología Educativa, escritor, poeta y periodista cultural. Es columnista del diario «Tribuna» (Sullana) y Río_Hablador (Lima). Ha publicado los siguientes poemarios: “Sirodima” (1990), “Cinematografía de una adolescencia” (2006), “El espíritu giratorio del viento” (2006), “Eternidad” (2008), “Apostasías” (2009), “El viento de las heridas” (2011), “Música” (2011), “Lumbres primordiales” (2012), “Homo” (2012), “La voz insular” (2012) y “Lagrimas” (2013) y los ensayos “Poética piurana de las postrimerías: sus pulsiones seculares y sus rasgos divergentes” (2009) y «El porqué de los hipocorísticos Paco» al alimón con la profesora Diana Consuelo García Aguilar (2021). Su biografía ha sido incluida en la enciclopedia virtual Wikipedia en: https://en.wikipedia.org/wiki/Ricardo_Musse_Carrasco / E-mail: rmussecarrasco@gmail.com

      Deja un comentario

      Crea una web o blog en WordPress.com

      Subir ↑

      Diseña un sitio como este con WordPress.com
      Comenzar