Ruth Enciso: «Los peruanos deben saber que el terrorismo fue sanguinario y cruel» / Nivardo Córdova

ENTREVISTA: Nivardo Córdova Salinas (*)

Dialogar con la fotoperiodista Ruth Enciso Rezza sobre su labor en la revista Caretas es adentrarse en la historia del periodismo peruano. Ahora que muchos jóvenes, e incluso muchos estudiantes de comunicación, no saben la tragedia que significó el terrorismo en las décadas de los ochenta y noventa, sus declaraciones ponen las cosas en claro para tener la certeza de que el terror que ocasionaron Sendero Luminoso y el MRTA, fue peor que pudo suceder al Perú.

— ¿Qué fue lo más impactante en tu trabajo como fotoperiodista en la época del terrorismo en el Perú?

—Como bien lo señalas, era una época de terror, Algunos historiadores la denominan «guerra civil» o «conflicto armado interno», porque fue un conflicto armado entre peruanos, un hecho muy doloroso. Teniendo en cuenta que quienes iniciaron los atentados con violencia extrema fueron los terroristas. Ni como periodistas ni como ciudadanos estábamos preparados para soportar este drama. Imagino lo que pudieron sentir, salvando las distancias de tiempo y contexto, en la Guerra con Chile, cuando invadieron el Perú… Pero en la llamada «guerra interna» había grupos terroristas realizando atentados sanguinarios con coches-bomba y asesinando gente, y a la vez eso generó una respuesta muy fuerte por parte de las fuerzas del orden, del Ejército Peruano y las Fuerzas Armadas. Era una situación muy tensa. Los periodistas, que teníamos el rol de informar, estábamos en una situación muy vulnerable… Sí, fue muy difícil, peligroso. De hecho, cuando iba a tomar fotos de algún atentado, las escenas era muy fuertes, y yo era una jovencita que jamás había visto algo así… Era natural sentir miedo.

Ruth Enciso, fotoperiodista peruana.

—¿Dirías que existió manipulación de la noticia en los medios para ocultar o maquillar la realidad…?

—Honestamente creo que no. Los periodistas y los medios de comunicación, y creo que los empresarios y dueños de periódicos, revistas y medios en general, todos, sentíamos que teníamos que cumplir el deber de informar. No existió ningún tipo de manipulación. La palabra manipulación, que tú mencionas, creo que no es apropiada en ese contexto. Obviamente, desde un punto de vista filosófico y psicológico, la labor periodística está influenciada por la subjetividad, pero nosotros los periodistas tenemos el deber de investigar y de difundir la verdad. Y en el tiempo en que hubo terrorismo, creo que todos los periodistas hicimos una labor honesta. Allí tienes a los «Mártires de Uchuracay», que dieron su vida por encontrar la noticia, fueron asesinados por cumplir su trabajo en una «zona roja».

Fotografía tomada por Ruth Encisco de un atentado terrorista y que fue portada del libro «La verdad sobre el espanto», publicado por Caretas (2014).

—¿Qué impacto tenían las fotografías de los atentados en el público?

—La fotografía periodística sobre el terrorismo tiene un contenido fuerte, un mensaje que rompe esquemas, porque reflejaba una realidad muy dura. Creo que las generaciones actuales y especialmente los estudiantes de periodismo, deben informarse y saber que el terrorismo y los grupo terroristas como Sendero Luminoso y el MRTA fueron sanguinarios y criminales. 

Y claro, también de parte de las fuerzas del orden hubo casos aislados de excesos, tal como ha sido documentado y está en los archivos de prensa y en el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR). Fue demasido duro. En síntesis, esas fotografías eran terribles, dolorosas, cruentas. Porque los hechos noticiosos sobre el terrorismo tenían esa esencia, no se podía «maquillar» la verdad ni la realidad.

Ruth Enciso en plena faena.

—¿Las revistas y diarios publicaban contenidos del mismo impacto que Caretas?

—Todos los medios cumplieron un rol informativo. Pero Caretas, al ser una revista de investigación, podía ampliar reportajes fotográficos en profundad, con fotos de impacto diagramadas a doble página… Una revista tiene mayores licencias y recursos visuales, creo que sucede en todas las revistas periodísticas a nivel mundial.  Te invito a que leas bibliografía sobre este punto, especialmente el dossier fotográfico titulado «La verdad sobre el espanto», que publicó la revista Caretas, y donde puedes apreciar que las imágenes hablan «por sí mismas» sobre una realidad muy cruel. En la portada de ese libro, publicaron una de mis fotos.

La verdad sobre el espanto. El Perú en los tiempos de terror. Dossier fotográfico de la revista Caretas.

—¿Hubo medios que evitaban poner ese tipo de contenido?

—Es posible que debido a su «línea editorial» y para evitar herir la susceptibilidad de los lectores (especialmente de los niños) había mucha responsabilidad al momento de editar el material. Eso sucede en todas las redacciones del mundo. Incluso en Caretas, los editores analizaban bien antes de decidir publicar o no la foto sangrienta. Es parte del proceso de edición. Pero como te decía, había noticias fuertes que no se podían ocultar. 

—¿Cuándo se sintió el terror con más fuerza en Lima?

—Como se sabe, las «zonas de riesgo», las «zonas rojas» estaban básicamente en la sierra, especialmente en Ayacucho. Pero hubo hechos terroristas en todo el territorio peruano. En Lima también hubo muchos atentados, destruían torres eléctricas de alta tensión, asesinaron a personas inocentes. Uno de los atentados dinamiteros fue en pleno centro de Lima, cuando volaron el bus donde iban los Húsares de Junín… Pero definitivamente el atentado terrorista en la calle Tarata, en Miraflores, en el año 1992, fue un hecho que golpeó mucho a los limeños, por la cercanía y maginitud.

—¿Alguna anécdota que recuedes de esa época?

—Entre muchos detalles, recuerdo que una noche fui a cubrir la boda de la hija de un famoso banquero peruano. Ya te imaginas, hay que asistir elegante, en traje de noche, pero siempre cargando la cámara, lentes, rollos y todo el equipo fotográfico… De pronto, una explosión retumbó en el ambiente. Era un atentado con coche bomba… No lo pensé y fui directo al lugar de los hechos. Fui la primera en llegar, incluso antes que la policía y el ejército… Fue terrible ver cuerpos ensangrentados y mutilados tirados en el suelo, en medio de los escombros. Como fotoperiodista mi deber era fotografiar el hecho. Yo estaba súper nerviosa, llorando, pero también sentí que mi primer deber era ayudar a los heridos, auxiliarlos, hacer algo… Y así lo hice. Luego, tuve que continuar trabajando, arreglarme como podía, guardar bien todos los rollos de la cámara e ir a la boda para cubrir esa nota social para la página de sociales… Antes que fotoperiodista, soy un ser humano”.

(*) Nivardo Córdova Salinas es Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Piura (UDEP), periodista integrante de Prensa Franciscana y director del diario digital Río Hablador.

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