La siempre presente Providencia de Dios

ESCRIBE: Eleuterio Fernández Guzmán (*)

“Entra ya en mi experiencia que, en la lucha, entre la enfermedad y nuestro cuerpo, de un lado, y el mal, de otro, participa un nuevo y poderoso elemento, que se llama Providencia, y es de Dios.” (Beato Lolo, de su libro Las golondrinas nunca saben la hora)

Muchas veces creemos que nosotros podemos llevar a cabo una vida en la que nuestras solas fuerzas nos saquen adelante. Y pensar de tal forma supone no tener en cuenta a Quien nos ha creado.

Lo bien cierto es que, al respecto de lo dicho arriba, es verdad que al mirarnos a nosotros mismos y a nuestra circunstancia (como diría aquel) es verdad, decimos, que nos vemos a nosotros pero no vemos a Dios y eso es posible que haga que tergiversemos lo que, en realidad, es cierto.

El Beato Lolo sabía muy bien la verdad de este tipo de realidades espirituales con las que no solemos contar casi nunca porque somos así de soberbios…

Manuel Lozano Garrido habla de sí mismo. Sí. Y es que nada mejor que tenerse en cuenta para conocerse mejor. Por eso nos habla de “su” experiencia que, como bien sabemos todos sus amigos, lo fue de dolor y de sufrimiento. Y es que fueron unos lustros muy dolorosos y sufridos y fue un tiempo en el que, poco a poco, su enfermedad se fue comiendo su cuerpo hasta que lo dejó ciego los últimos años de su vida.

Lolo lo debió pasar muy mal como podemos comprobar al leer sus libros y sus muchos otros escritos. No escondió nada de lo que le pasaba aunque quisiera que su dolor fuera con “escafandra” en el sentido de que lo quería para sí no que los demás sufriesen con él aunque bien podemos pensar que eso era casi imposible…

Pues bien, algo así como haciendo de equilibro en la balanza de la vida de Lolo o, lo que es lo mismo, había algo que compensaba su dolor y su sufrimiento. Y no era su fortísima voluntad de hacer frente a todo eso sino que iba más allá porque se refería, exactamente, a Dios.

Dios Creador, sí; Dios real dentro de su corazón, sí, pero Dios providente porque todo dependía de su Voluntad y de su corazón tierno y misericordioso. Nos dice nuestro amigo aquí mismo que sí, que él podría sufrir mucho (¡Y cuánto sufrió!) pero que tenía a qué agarrarse y que tenía todo con la santísima Providencia de Dios.

(*) Yo soy Amigo de Lolo
Lolo, seglar, joven de Acción Católica, periodista y escritor cristiano, inválido total, y ciego, de profundo espíritu eucarístico y mariano, hijo amante de la Iglesia, alegre en el dolor, apóstol y consejero,… ¡Esa es su tarjeta de visita!
Conócelo en http://www.amigosdelolo.com.

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